Confiados en que las lluvias de las últimas semanas hubiesen mejorado el aspecto del embalse de San Rafael de Navallana [no sé si os acordáis del último intento, en verano, donde nos topamos con una parilla en medio del pantano], decidimos retar a las bajas temperaturas y recorrer de nuevo el lago de Córdoba.
Pero, nada: si poca agua había en verano, menos agua hay en otoño.
Aunque la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir asegura que los embalses de la cuenca superan el 70% de su capacidad, al de San Rafael de Navallana se le ven las vergüenzas porque apenas si retiene 65 hectómetros cúbicos (el 41% de su capacidad total: 156,5 Hm3).
A pesar de la decepción, echamos los kayaks al agua en el lugar de costumbre (junto al puente de la carretera) y enfilamos las proas hacia el este, hacia la presa, donde esperábamos encontrar más volumen e incluso algunas colas que recorrer.
Afortunadamente, los paisajes -con agua o sin agua- siguen siendo espectaculares, y la travesía (cada vez con mejor temperatura) deliciosa.
Cuando llegamos a la presa, segunda decepción: de agua, nada de nada. La foto de la izquierda está tomada desde dentro del pantano (hasta ese lugar llegamos, obviamente, caminando) y los medidores de nivel marcaban unos tristes 146,3 metros sobre el nivel del mar. Aunque parezca un montaje, la imagen es real: el agua no llega ni a mojar los cimientos de la presa.
Así que no nos quedó más remedio que volver sobre nuestros pasos -nunca mejor dicho- hasta donde el agua se mantiene naturalmente retenida.
Desde allí embarcamos hacia el punto de salida, explorando nuevas rutas y disfrutando de un excepcional día de piragua.
Lógicamente, la falta de caudal en Navallana tiene una explicación: el embalse de Guadalmellato (aguas arriba) se encontraba ese mismo día al 91,32%. Así que está claro cuál va a ser nuestro próximo objetivo.
Si quieres ver todas las fotos de la travesía, sigue este enlace. También hay un pequeño vídeo, que puedes ver aquí.
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